«Hoy,
cariño, me considero el hombre más afortunado del mundo. Para empezar, no
tienes padres. Y menudo chollo librarse de comer con los suegros en Navidad, que no veas cómo se insultaban los viejos de mi
ex en esas fechas. La verdad, cari, tenerte es lo mejor que me ha pasado en la vida. Para mí eres preciosa. Y con la cara
lavadita, que aquellas asquerosas
mascarillas verdes de la bruja las odiaba. Encima me ahorro
acompañarte a comprar la mierda de la ropa. Porque aquellas tardes sin fin, con la
foca metida en los probadores pidiéndome tallas de anoréxica, eran lo más
parecido al infierno. Además, se acabaron los días malos por la regla. Ahora
nunca un gesto torcido, ni una voz más alta que otra, ni llantos histéricos sin ton ni son. Tú con la sonrisa perenne, hasta
cuando dejo la tapa del servicio bajada. Y lo mejor de todo, cari: estás
siempre dispuesta para el sexo. Se acabó la puñetera excusa del dolor de
cabeza. Y sin escenitas de celos, como me hacía la sargentona con su
gemela. Tú, cuando me acuesto con la tuya, ni pías. Hasta la inflo delante de
ti y todo...»
Me ha hecho gracia, Luisa, este impresentable. No me extraña que esté solo, con esas dos compañeras compradas.
ResponderEliminarÁnimo. Sigue adelante.
Gracias, Isolina. Claro que seguiré. Un abrazo
ResponderEliminarDeseo que tengas suerte con el blog.
ResponderEliminarÉxitos.
Has empezado con buen pie.
Un abrazo.
Gracias, amiga. Encantada de verte por aquí. Espero que tu deseo se cumpla
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCon ganas de llegar al final para conocer a la misteriosa cari, y con pocas de toparme con un tipo así. Entretenido y satírico.
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